AL CÁNCER HAY QUE MATARLO DE HAMBRE

El cáncer no es más que una mutación que hacen las células a fin de sobrevivir en un medio ácido y no oxigenado. Es así de simple y de tremendo. Para poder estar sanas las células deben vivir en un medio interno adecuado, con un pH de la sangre ligeramente alcalino, de esa forma estarán en condiciones de poder realizar cinco de sus funciones básicas saludablemente: nutrirse, oxigenarse, hidratarse, limpiarse y multiplicarse. El estilo de vida antifisiológico de la mayor parte de la gente cambia ese medio interno y entonces las células, que son un organismo vivo, buscan estrategias de supervivencia y es cuando cambian, mutan, y empiezan a crecer desproporcionadamente.

¿Cómo resolver el problema? Al cáncer hay que matarlo de hambre no dándole de comer todo aquello que necesita para fortalecerse y multiplicarse: azúcar, carnes (carnes rojas, blancas como el pollo, pescados y mariscos, etc.), leches, quesos, yogures, helados (no los veganos, por supuesto), carbohidratos refinados (arroz blanco, harinas blancas, pastas blancas como espaguetis o macarrones blancos), los refrescos industriales y toda la comida procesada, pero también el estrés, la angustia, el miedo, la tristeza y todos los sentimientos tóxicos como la envidia, el orgullo, el no pedir perdón o el no perdonar, el enojo o la ira; sin olvidar los productos de arreglo, higiene o aseo tanto personal como del hogar de naturaleza química (detergentes, shampoo, acondicionador de pelo, pinturas de uña o de pelo, perfumes, cremas, maquillajes etc.), e incluso, mucha de la tecnología moderna como es el caso de las antenas de teléfono.