Bueno, pues la respuesta depende de a quién le preguntes. Un humilde consejo: Asegúrate de preguntarle a la persona correcta.
La diabetes es una enfermedad dulce de consecuencias amargas. Es una carga muy pesada. Es una enfermedad esencialmente degenerativa, es decir, crea condiciones que van avanzando y se van agravando con el paso del tiempo. La diabetes se ha convertido en una auténtica plaga mundial. Por todas partes hay gente que la padece. Ha llegado a ser una enfermedad tan común en el mundo que en los últimos 25 años se ha duplicado con una imparable explosión de nuevos casos. La mala alimentación (grasas animales y alimentos refinados, incluyendo el azúcar) y la falta de ejercicios son la madre y el padre de la diabetes.
La diabetes mellitus es una enfermedad que incapacita al cuerpo para metabolizar o usar eficazmente los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Cuando comemos los alimentos se convierten en glucosa, especialmente los carbohidratos, pero el exceso de grasas y de proteínas pueden convertirse en glucosa, de ser necesario, a través de un proceso llamado gluconeogénesis. Todas las células del cuerpo necesitan glucosa para vivir, pero la glucosa no puede penetrar en las células sin la intervención de la insulina. La insulina se produce en las células Beta, que están ubicadas en el extremo del páncreas. Cuando comemos un pedazo de pan, una vez digerido se convierte en glucosa. La glucosa circula a través de la corriente sanguínea para alimentar a cada célula del cuerpo. La presencia de glucosa estimula las células Beta del páncreas para liberar insulina. La insulina llega hasta cada célula y actúa como una llave en sus receptores con el fin de abrir sus puertas y dejar a la glucosa entrar. Si no hay insulina o los receptores de las células no funcionan la glucosa no puede penetrar en las células y la persona afectada sufrirá de carencia nutricional.
La diabetes comienza muchos años antes de que el azúcar o glucosa aumente en la sangre. Comienza a gestarse a cualquier edad, en el mismo momento en el que la persona hace las tres peores elecciones de su vida: engordar, no realizar actividad física y alimentarse de forma inadecuada. A través de los años y por la persistencia en estos errores, la insulina va aumentando en la sangre, pero su capacidad de colocar la glucosa dentro de las células va disminuyendo hasta que deja de funcionar. En este momento quien aumenta en la sangre es la glucosa y con ella la diabetes, quien por largos años ha estado acechando a la víctima de esas malas decisiones. Los malos hábitos hacen que la gente vaya alimentando un monstruo dentro de sí, aunque no se den cuenta de ello.
Visto lo visto, queda claro que la diabetes es una enfermedad asociada al mal estilo de vida, y por tanto, prevenible al 100%. Pero volvamos a la pregunta que nos ocupa: ¿Puede tener cura la diabetes? Pues esta es la respuesta. No estamos sin esperanza, por lo que en la misma medida en la que podamos identificar los factores que la propiciaron y modifiquemos esos factores la enfermedad puede ser curable. Cuando nos ponemos en armonía con sus disposiciones, Dios nos da el poder para romper tanto con los hábitos cultivados como heredados que son los causantes de nuestros padecimientos. No estamos confinados a vivir padeciendo las mismas enfermedades que azotaron a nuestros padres, a nuestros abuelos o a nuestros bisabuelos. Atención con este par de citas que comparto:
“Dicen que cuando una persona empieza a usar insulina ya su condición es incurable y que va a tener que seguir usándola por el resto de su vida. Pero este humilde servidor, en su experiencia clínica, ha podido ayudar a personas que han estado usando 20 y a veces más unidades de insulina, a que puedan llegar a cero, y cero hipoglucemiantes orales, y vivir una vida normal. Eso quiere decir que con el cambio de estilo de vida y el uso de suplementos nutricionales se han creado las condiciones para que el páncreas pueda volver a funcionar. Y por supuesto, la persona debe entender que no debe seguir abusando. Nuestro Señor Jesucristo se lo dijo al hombre aquel que curó: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor” (Juan 5:14). El Señor Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y la Biblia dice que él es nuestro Sanador. Entonces, si usted quiere cooperar con Dios, si usted quiere que Dios le cure, si usted quiere la bendición del Señor en su salud, entienda que hay principios, que hay leyes inmutables en nuestra vida. Si yo abuso de mis hábitos alimentarios y como mal y demasiado, entonces voy a terminar con un descontrol en mis niveles de azúcar en sangre, en el páncreas, en el hígado y en otros órganos que son responsables de mantener los niveles de azúcar en sangre eventualmente ya no van a poder tolerar más ese abuso y van a ceder. Y ahí viene la enfermedad. Si usted viene a Jesús el Señor Jesús le cura, porque él puede y quiere hacerlo. Dice la Escritura: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 1:2). Así que, si tú quieres curarte, Dios lo desea aún más que tú. Pero es necesario que tú pongas de tu parte y que cooperes inteligentemente con Dios para tu curación.” Dr. Pedro Torres Jerez. Médico Nutriólogo. Conferencia La diabetes. Publicada por el Canal de Televisión 3ABN Latino.
“Las únicas enfermedades que no se pueden curar son las de nacimiento. Si usted no ha nacido enfermo entonces algo le enfermó, y usted tiene que averiguar qué fue lo que le enfermó. Lo único incurable son los defectos congénitos, enfermedades asociadas a defectos de nacimiento debido a que durante la gestación ha habido problemas con los cromosomas, pero algo que usted no tenía y de pronto le enferma es curable. Solo tiene que averiguar qué fue lo que falló que le llevó a agarrar esa enfermedad. Así que cuando un médico le diga que una enfermedad con la que usted no nació y que adquirió después de su nacimiento no es curable, usted debe saber que eso no es verdad.” Dr. Tomás Ramírez. Médico y Naturista
Adjunto videos con muchísimos detalles.

