No más levantarte, y después de haber orado para agradecerle a Dios por el nuevo día y de haber pedido su protección, es muy conveniente hacer unas diez respiraciones profundas y beber uno o dos vasos de agua pura a temperatura ambiente, estando en ayunas. Y si le pones el jugo de un limón, pues mejor que mejor. Eso te ayudará a hidratar tu organismo y prepararlo para el desayuno, a expulsar las toxinas, se oxigenará tu cuerpo, incluyendo el cerebro, y tendrás una mente despejada y mejor disposición.