Ahora bien, existen aguas y aguas. El agua puede ser alcalina y estar mineralizada, o ácida y desmineralizada. La primera da salud, la segunda se la roba, y trae consigo enfermedad. El agua de la pila o grifo es muy ácida debido a la presencia de sustancias químicas que la acidifican y la vuelven tóxica para el organismo. Y también es pobre en minerales. Lo mismo pasa con la mayor parte de las aguas que se venden en los supermercados, especialmente las que vienen envasadas en botellas de plástico, el plástico es muy contaminante, y sobre todo si entre sus componentes figura el temido BPA (Bisfenol A), un disruptor endocrino que confunde las funciones de todo el sistema hormonal. En contraste, el agua alcalina es un tipo de agua ionizada que actúa como un potente y natural antioxidante, con capacidad de ayudar al organismo a eliminar los desechos ácidos que produce el proceso natural de la digestión, y también otras toxinas que deben ser excretadas para evitar el debilitamiento de todos los sistemas del cuerpo. Este tipo de agua tiene un OPR negativo, que es un antioxidante muy potente que, gracias a la producción de iones hidroxilos, favorece la producción de oxígeno, ayudando a combatir los radicales libres, corrigiendo a su vez el balance ácido-básico del cuerpo, regenerando las células y combatiendo diferentes signos de envejecimiento. El agua alcalina funciona como un antiácido natural que ayuda a neutralizar los niveles de acidez en el cuerpo, previniendo el desarrollo de muchas enfermedades y combatiendo problemas comunes como el reflujo ácido.